Antes de ELA: Mi luz y fortaleza en cada momento.
Y sucedió que nació una niña amada y deseada por su familia, iba a ser la primera nieta. Ella llegó para ser el ejemplo, el sostén de la familia y una bendición para su madre. Lo que voy a relatar no es cuento, es la historia de mi primogénita. Gracias a ella hoy en día puedo seguir adelante y tener una mejor calidad de vida. Dedico esta publicación a mi hija, Tav Scarlett. Le hablo con gran amor y agradecimiento por sus atenciones, cuidados, manutención y cariño por mí. Igualmente, siento una gran admiración y aprecio por sus esfuerzos, sacrificios, perseverancia y dedicación en sus labores.
Mi primer embarazo fue de alto riesgo. Los nueve meses tuve náuseas y vómitos. Para rematar, los tres últimos meses fueron de reposo absoluto. El parto fue muy laborioso. Cuando mi hija nació traía hematomas en la frente como consecuencia de los esfuerzos por expulsarse para nacer. Su cabeza no estaba en posición para salir, chocaba con los huesos de mi pelvis. Así que ella y la doctora tuvieron que trabajar juntas para acomodarse y salir. Generalmente, al hablar del parto pensamos en el esfuerzo que hacen las madres, y es cierto. Pero no debemos olvidar el esfuerzo que también hace la criatura. Recuerdo que en cuanto tuve en mis brazos a mi hija sentí un gozo inmenso y supe que todo el dolor había valido la pena, de ahora en adelante la amaría por siempre.
Desde temprana edad, Tav mostró tenacidad y perseverancia para hacer todo lo que se proponía. Con apenas cinco años de edad, hizo exámenes para ingresar al Colegio Centro Pedagógico Lindavista (CPL). Le dijeron que debía saber leer y escribir bien. La maestra del jardín de niños le dio clases intensivas y en algunas semanas estaba dominando la lectoescritura. Entró al CPL y durante cada curso escolar estuvo en el cuadro de honor. Obtuvo una beca parcial que me permitió reducir mis gastos e inscribir a su hermana menor en la misma escuela. Se desarrolló integralmente practicando natación, computación, inglés y leyendo diariamente diferentes textos, entre ellos el "Libro de Mormón" ilustrado. Todos los domingos iba conmigo a la iglesia y repetía su clase dominical en la noche de hogar para enseñarle a la familia lo que había aprendido. Orábamos juntas y pronto no solo aprendió a orar por sí misma, sino que sirvió como ejemplo para sus hermanas. Cuidaba, protegía y ayudaba a sus hermanas. Además, jugaba con ellas y sus primos a la escuelita, enseñándoles lo que aprendía en el colegio. También dirigía obras teatrales con ellos para mostrarlas en Navidad y reuniones familiares. Al mismo tiempo, le gustaba patinar, andar en bicicleta y jugar a la casita.
Cuando Tav tenía doce años, tuvimos que mudarnos de Cuidad de México a Monterrey. Al principio, ella no quería vivir ahí, sin embargo, con el tiempo vio que ese lugar nos dio oportunidades únicas que supimos aprovechar. En el 2001 tuvimos dos pruebas muy difíciles. Primero, tras tres meses de vivir con algunos familiares, fuimos desalojadas fortuitamente y nos vimos en medio de la calle. A los pocos meses, su padre nos abandonó. En los momentos más difíciles, mi hija me dijo: "Recuerda mamá que cuando más oscuro está es porque va amanecer." Sus palabras me fortalecieron para seguir adelante. Tav siempre fue muy inteligente y reconocía lo que nos sucedía. Yo pensaba que nuestras circunstancias y los cambios de la adolescencia harían que ella tuviera muchos problemas emocionales. No obstante, su carácter se fortaleció y ella se enfocó en seguir esforzándose por estudiar y prepararse.
Tav cursó estudios secundarios en tres distintas secundarias y habrían sido cuatro, de no ser que ella estuvo determinada a terminar su último año de secundaria en una sola institución. En aquella época, recibió la invitación de hacer gratuitamente el examen de admisión para la recién inaugurada preparatoria del Tec de Monterrey, Campus Cumbres. Por tal motivo, permaneció en su última secundaria todo el año escolar. Estudiaba en el turno vespertino y en las mañanas cuidaba de su hermana menor. A finales de 2001, compré nuestra primera casa. En abril del siguiente año, nos cambiamos y Tav hacía el viaje a su secundaria por más de una hora con el propósito de concluir los trámites de ingreso a la prepa. Tras estudiar afanosamente y tomar un examen de admisión, Tav fue merecedora de una beca del 70% para la Prepa Tec. Con los gastos de la casa y de la colegiatura nos veíamos limitadas de dinero. Afortunadamente, en los tres últimos semestres recibió una beca completa. Además de sus estudios académicos, tomó clases de canto, latín, manualidades y lo más importante sus clases de seminario. Las clases de seminario, su activa participación en la iglesia y la enseñanza de principios y valores en el hogar permitieron que Tav mantuviera su rumbo entre la tempestad y lograra sus metas. Participó en actividades culturales, sociales y deportivas, tanto escolares como eclesiásticas. En esta etapa de su vida fue difícil encontrar amistades genuinas que la apreciaran por lo que era y no por lo que sabía. Se mantuvo honrando sus convenios y principios y poco a poco conoció amistades invaluables que la llenaron de gozo y con quienes mantiene vigente esos lazos.
Obtuvo el segundo lugar académico de su generación, por lo que le fue otorgada una beca del 70% para el Tec de Monterrey, Campus Monterrey. Después de un estudio socioeconómico, se le extendió 10% más de beca estudiantil. Fui a la SEP para ver si podría recibir alguna ayuda. Lo único que me dijeron fue que no la metiera en esa universidad porque tarde que temprano mi hija perdería la beca. Hablé con ella y le dije que lo pensara bien, ella me aseguró que estudiaría diligentemente para mantener su promedio y conservaría su beca. Además, trabajaría afanosamente para cumplir con las horas becarias obligatorias, ya fuera auxiliando a algún docente o como la institución le asignara. El apoyo que le brindé a mi hija para continuar estudiando en el Tec fue en base a la confianza y conocimiento que tenía de ella. Sabía que ella era diligente, disciplinada, perseverante y comprometida, de manera que en la adversidad ella tendría la automotivación que la ayudaría a lograr sus metas. Así fue, Tav culminó sus estudios en Relaciones internacionales siendo el primer lugar de su generación.
Durante sus estudios, hizo un intercambio estudiantil de un año en la Universidad de BYU. Al principio de los trámites, yo estaba renuente a que lo hiciera, debido al costo que conllevaba sus estudios en el extranjero. Valiente, fue a un país extranjero sin conocer a nadie y con recursos muy limitados. Como resultado de su fe, Dios fue poniendo el camino para que alcanzara sus metas. Primero, se abrieron los intercambios entre ambas universidades y ella fue la primera estudiante en irse de intercambio a BYU. Yo conseguí cubrir un interinato de 32 horas semanales por 3 meses y esto permitió cubrir sus gastos de pasaje y manutención. Segundo, recibió una beca estudiantil por parte de BYU debido a sus excelentes calificaciones, lo que propició que se extendiera su permanencia de un semestre a todo un año escolar. Durante los dos semestres en BYU, su nombre estuvo en el cuadro de honor de BYU (Dean’s List). Tiempo después, tuve un ascenso en mi trabajo y recibí una suma de dinero, Tav sugirió que su hermana Daphne fuera a estudiar a BYU. Así lo hice, y con su ayuda tanto sus hermanas como sus primos salieron a estudiar al extranjero. Cuan agradecida me siento de que Tav nos motivara a explorar el mundo. Esa decisión fue de vital importancia para el futuro de nuestra familia.
Tav y yo siempre hemos mantenido una relación muy cercana de amor y confianza. En aquella época, le sugerí que finalizara sus estudios antes de casarse. Tras dos años de noviazgo y un mes después de graduarse de la universidad, se casó en el templo de Salt Lake City. Al abrazarla después de la ordenanza del matrimonio eterno, un gozo y paz me embargaron. Sentí que había cumplido con mi deber y que ahora le entregaba a un buen hombre que la amaba.
Al poco tiempo de haberse casado, Tav estudió una maestría en Penn State. De nueva cuenta, fue la mejor de su clase y sus calificaciones fueron excelentes. Algo sumamente difícil de lograr, más a nivel de maestría en universidades destacadas y en un idioma que no es el materno. A todos estos logros hay que agregar que ella trabajaba alrededor de treinta horas por semana como maestra de primaria y escribía en un diario estudiantil. La universidad no le dio ayuda financiera cuanto la aceptaron en su programa de Estudios Internacionales, pero después de un año de destacado desempeño, se le otorgó una beca para cubrir todos los gastos de colegiatura y recibir un estipendio.
En este entonces, yo ya había sido diagnosticada con ELA. Durante mis estudios de maestría, recibí todo el apoyo de Tav para revisar y ayudarme con mis trabajos escolares. Además, con mucho esfuerzo buscaba la manera de tener solvencia económica para ayudarme. Siempre que podía me visitaba y se comunicaba conmigo. Su esposo aplicó para el doctorado y se mudaron a Houston para iniciar sus estudios. Tras muchos sacrificios, Tav empezó a recibir su recompensa. Logró obtener un trabajo estable que cubre no solo sus necesidades, sino las de su familia. En su trabajo, Tav ha ascendido rápidamente. Es maestra, pero no sólo labora como docente, sino como entrenadora de nuevos maestros, diseñadora de currículum y viaja con sus alumnos a otros países para enseñarles otros lenguajes y culturas.
Tav también ha puesto mucho empeño a sus llamamientos en la iglesia. Ha trabajado con las Mujeres Jóvenes, la Sociedad de Socorro y actualmente es la Segunda Consejera de la Primaria de nuestro barrio. En una época fue traductora de la Estaca, un llamamiento que no olvida porque le ayudó a poner su confianza en Nuestro Padre Celestial.
Gracias a Tav gozo de tener a mis yernos e hijas cuidándome. Inicialmente, Tav y su esposo compraron una casa para que pudiéramos vivir juntas. Pero las condiciones familiares cambiaron, así que buscó otro lugar que cubriera las necesidades requeridas por la familia. Se aseguró de que yo tuviera un cuarto cómodo, amplio y con una bella vista al jardín exterior. Además, su recámara queda a unos metros desde donde puede escucharme en la noche cuando tengo problemas para respirar o dormir y viene a auxiliarme. Asimismo, su hermana puede vivir en su propio apartamento junto a nosotros. Entre las dos y sus esposos se coordinan para ayudar a cuidarme y atenderme. Tav también se hace cargo de mi manutención, seguros médicos, entre otras muchas cosas. Se ha convertido en el pilar de la familia. Ahora se han invertido los papeles y ella es mi proveedora y protectora.
Tav a veces siente desaliento por las condiciones abrumadoras de nuestras vidas, especialmente mi enfermedad. Sin embargo, al hacer este repaso de su vida es claro ver cómo ha sido obediente y ha recibido la guía divina para ir por el camino a seguir en el plan perfecto de Dios. Sé que cuando nos separemos en esta vida por algún tiempo, Tav, al igual que como yo sentí en el templo cuando se casó, podrá sentir paz y consuelo por el deber hecho. Además, tendrá la seguridad de que las oraciones no contestadas y las bendiciones reservadas se otorgarán del otro lado del velo.
Hija, recuerda "que en la manera que cumplas los mandamientos progresarás en esta Tierra." No te rindas y confía en Dios. Así como me ayudaste con tus palabras en un momento crítico de mi vida, no te olvides que cuando más oscuro está y las cosas están mal es porque va a amanecer. Si tenemos fe, el espíritu santo nos guiará a la luz y encontraremos el camino correcto. Sigue cultivando atributos divinos y manteniendo la unión familiar. Te felicito por romper barreras del lenguaje, culturales, socioeconómicas, de género. En fin, eres un modelo a seguir.
Tavhata Scarlett, no hay palabras que puedan expresar mi agradecimiento por todo lo que haces por mí. Indudablemente, sigo en esta vida por ti. Sin tu amor, cuidados, atención, sustento, compasión y servicio ya habría colapsado. Ruego que Dios te colme de bendiciones y te dé una larga vida junto a tu familia y seres queridos. ¡Feliz cumpleaños amada hija!
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