Aprendiendo a vivir con ELA: Una nueva perspectiva.
Empecé este año muy emocionada porque al fin podría empezar a consultar
mi condición de salud con especialistas en Houston. Después de superar los
requisitos y horrorosos costos del seguro médico, enfrentamos la difícil tarea
de agendar la consulta. Sólo había citas hasta el mes de abril y quedé en una
lista de espera para ser acomodada en algún espacio disponible. Sin embargo, mi
hija mayor insistió hasta lograr que me atendieran lo más pronto posible. El 11
de febrero, me dieron la cita en la clínica de ELA del Hospital Metodista de
Houston. Las indicaciones para mi consulta fueron: acudir en ayunas a las 8 am,
permanecer hasta la tarde para hacer varios estudios, y regresar al siguiente
día. Yo pensé que era una exageración, ya que eran muchas horas para que yo
permaneciera en el consultorio. Mi hija me dijo: "Mamá tienes que prepararte mentalmente porque será un día largo y difícil".
Tras una hora de trayecto a la clínica, finalmente llegamos. Me acompañaron
mi hija Daphne y su esposo, Austin. Al salir del elevador, nos esperaba una
enfermera quien nos llevó a la oficina administrativa para hacer el pago
correspondiente, recibir mis credenciales de la clínica y empezar la
descripción de mi historia clínica. Enseguida nos indicaron un número de
consultorio, bueno eso creíamos que era. En realidad, era una habitación de
hospital con cama, baño, sillones y una televisión. Las enfermeras me
preguntaron si me quería acostar, a lo que yo asentí con gusto. Yo estaba
encantada de por fin poder descansar en una cama. Austin me acomodó y todos se
aseguraron de que estuviera feliz.
Después de tomar más de 10 tubos de mi sangre para los análisis, me
sentí afortunada de poder descansar. Estaba muy hambrienta y se me permitió
comer. Para entregar la muestra de orina, mi hija llamó a las enfermeras para
ser auxiliada. Ellas trajeron un cómodo (commode) para tomar la muestra. Cuando se
acercaron para quitar el pañal, mi hija les dijo que ella lo removería. Las
enfermeras se sorprendieron de que, a pesar de estar embarazada, ella sola me
doblara las piernas, detuviera mis tobillos, yo subiera la cadera y ella sacara
el pañal fácilmente. Esta técnica, además de ser fácil, fortalece mi espalda.
Cuando levantan mis piernas a veces me duele, es por eso que mi hija prefiere
ayudarme.
Enseguida, los especialistas
comenzaron a venir uno por uno a revisarme y hacer cada estudio que se
requería. Los estudios de respiración consistieron en ponerme una mascarilla,
tomar bastante aire y empujar ese aire para que se midieran los niveles de
oxigenación de mis pulmones. Me costó mucho trabajo meter suficiente aire en
mis pulmones, pero tras varios intentos finalmente lo logré.
Después, la terapista de lenguaje me visitó. Ella me pidió hacer algunos
movimientos que no pude hacer con la lengua. También vino la terapista física,
quien revisó mis extremidades y sugirió que se trabajara en casa con ejercicios
para fortalecer mis ligamentos. Me ordenó mantener las articulaciones de mis
manos y pies flexionadas un par de minutos para evitar el endurecimiento, en
lugar de hacer varias repeticiones. Comentó que con el uso de una silla de
ruedas motorizada yo podría moverme más independientemente a través de sensores
en mis rodillas y cabeza. Actualmente, mi familia y el hospital están
trabajando para conseguirme una silla de ruedas motorizada.
En esta visita me hicieron dos estudios que no me habían hecho jamás:
primero, uno de distancia y velocidad de los impulsos nerviosos; segundo, un
ultrasonido para detectar coágulos en las venas de mis piernas.
El estudio que no me agrada es la electromiografía, porque me pican los
nervios con una aguja. La parte que más me atemorizaba era en la lengua, porque
en México me habían picado directamente en la lengua. Afortunadamente, en esta
clínica se me pidió que moviera la lengua y el piquete fue en un musculo del
cuello. Estar en la cama me ayudó para que los estudios fueran más llevaderos.
También vi a una nutrióloga. Ella revisó mi dieta e hizo recomendaciones
para mejorarla. Asimismo, platicamos con una trabajadora social quien se
encargaría de coordinar diferentes tipos de ayuda para mí. Al termino de cada
día, el Dr. Smith, líder y coordinador de la clínica, junto a un doctor e
internista, hablaron con nosotros respecto a los resultados y dudas. Me llamó
mucho la atención, el trato humano y la empatía del Dr. Smith. Hasta ahora, yo no
había encontrado a alguien tan genuinamente interesado en el bienestar del
paciente. Evidentemente, sabía mucho sobre mi enfermedad. Sin embargo, no se
jactaba, por el contrario, buscaba formas par mejorar mi calidad de vida y
hacerme sentir apoyada por todo el grupo de especialistas. Esto hizo que por
vez primera me sintiera respaldada por los médicos.
La finalidad de mi relato es mostrar un modelo a seguir en la atención
de los pacientes de ELA. La mayoría de nosotros hemos recibido no solo un
deficiente servicio, sino también poca empatía, por no decir más. Houston está
a la vanguardia de la medicina y por ende, la clínica de la ELA es quizás una
de las mejores mundialmente. Espero que algunos secretarios de salud y
gobiernos lean mi publicación. De tal forma que este tipo de clínicas se
implementen en cada país. Probablemente, no se equipararán en comodidades. Sin
embargo, se puede empezar por reunir un equipo integral de especialistas que
atiendan a los pacientes de ELA. Asimismo, se puede recalcar la necesidad de
mejorar el servicio al paciente. Esto no involucra un gasto monetario, sino un
cambio de perspectiva. Ojalá mis palabras hagan eco en muchos de mis lectores.
A pesar de no tener una cura para la ELA, sí podemos tener un trato digno y
eficiente.
Mientras terminaba de revisar mi publicación, recibí la grata noticia de
la apertura de la primera Clínica de ELA en Monterrey, México. Tuve la oportunidad de
consultar al doctor que encabeza dicho grupo de especialistas
interdisciplinarios. ¡En hora buena por esta clínica! ¡Qué sea la primera de
muchas más!
https://tec.mx/es/noticias/monterrey/salud/arranca-primera-clinica-multidisciplinaria-para-pacientes-con-ela?fbclid=IwAR25-A356BRvkoDEU3kTEtZmrdZMFQWjjlu_HLnI793L8Xkb-sLVEw-nbOo
Susy felizmente en la consulta.
Susy, y la amable enfermera.
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