Aprendiendo a vivir con ELA: La Paciencia.

Si me preguntan qué virtud he desarrollado más durante mi enfermedad, la respuesta es la paciencia. Aún falta mucho para controlar cien por ciento está virtud. Sin embargo, empiezo a dominar mejor mi cuerpo para ser paciente. La impaciencia genera ira, frustración, desesperación, ansiedad, por sólo mencionar algunas cosas.

En este mensaje comparto mi experiencia de fortalecer mi autocontrol para ser paciente. En la mente está prácticamente el dominio de nuestras emociones. Por tanto, el conocimiento que tengo del tema ayuda a dirigir mi energía. Es primordial tener un enfoque en la vida y conocer el plan de felicidad o salvación. Ambos se relacionan, porque el enfoque tiene que ver directamente con las creencias y fe de cada persona.

Nuestro profeta Russell M Nelson dice :

"Mis queridos hermanos y hermanas, el gozo que sentimos tiene poco que ver con las circunstancias de nuestra vida, y tiene todo que ver con el enfoque de nuestra vida. (“El gozo y la supervivencia espiritual”, Liahona, noviembre de 2016, pág. 82).

Si nuestro enfoque está en lo mundano, no encontramos motivos para resistir la adversidad. Sin embargo, tener un enfoque en la vida eterna nos motiva para enfrentar las pruebas.

Uno de los pasajes de las escrituras que mejor resumen el plan de salvación se encuentra en la Biblia, en el libro de 1 Pedro 5:10, donde leemos:

"Mas el Dios de toda gracia, que nos ha llamado a su gloria eterna en Jesucristo, después que hayáis padecido un poco de tiempo, él mismo os perfeccione, afirme, fortalezca y establezca".

Dios nos invita a su gloria eterna, a estar con él por la eternidad. Por medio de Jesucristo tenemos los medios para lograrlo. Por la gracia de Jesucristo y por la perseverancia podemos hacerlo. Dios sabe que no será fácil. Sufriremos por algún tiempo. No obstante, es en ese proceso en donde aprendemos las virtudes que nos permitan estar a su lado. Él no nos deja solos. Todo el tiempo está fortaleciendo a sus hijos. La perfección se efectúa a través de la adversidad cuando pasamos las pruebas. Es en ese difícil proceso cuando uno adquiere la firmeza que evita caer ante las tentaciones. También encontramos oportunidades para formar hijos obedientes que ayuden al establecimiento del reino de Dios en la Tierra.

Antes de publicar mi mensaje, mi querido amigo Víctor Hernandez envío un correo respecto al tema y comparto parte de éste: "Esperar en Dios".

¿A quién le gusta esperar?

Creo que a nadie. En una fila, en una sala de espera. Definitivamente a nadie le gusta esperar. Esperar es importante para el desarrollo del carácter. Debemos tener audacia para esperar. Más en estos tiempos, cuando la tecnología nos ha hecho más impacientes, al querer tener todo rápido. Esto es “lo que quiero y lo quiero ahora”.

Hoy nuestra sociedad es más impaciente que antes. Esperar es una parte importante de la vida. Hay algunas cosas que solo las aprendemos al esperar y no las aprendemos de otra manera. De niños es importante enseñarles a los pequeños la diferencia entre no y todavía no, porque no son la misma cosa. Una persona inmadura no conoce la diferencia entre no y todavía no. Nuestra incapacidad para esperar es la causa de muchos problemas en nuestra vida

Nos apresuramos y desesperamos en la demora de la gratificación. Estas actitudes son la causa de toda deuda. Las personas compran a crédito y se endeudan. La razón es que no sabemos esperar. Queremos todo pronto y nuestra impaciencia es la causa de muchos de nuestros males. Esto también pasa cuando no guardamos la ley de castidad hasta el matrimonio. Lo que sentimos nos impulsa a no demorar, pero aprender a esperar nos enseña a tener fortaleza en carácter y aprender a cumplir nuestras promesas.

¿Alguna vez has estado apresurado cuando Dios no lo estaba?  Esto es lo más frustrante. Cuando estás en el salón de espera de Dios, puedes apresurar a tus hijos, pero no puedes apresurar a Dios. Eso es tal vez frustrante. Tal vez en este momento algunos estemos en la sala de espera de Dios ansiosos de que Dios abra la puerta, que nos conteste alguna oración, que nos de alguna bendición por la cual hemos estado orando, que nos dé fortaleza para resistir la tentación. Estamos esperando dirección, claridad en pensamiento. Con frecuencia dices: “yo no entiendo esto”, “yo oro y no tengo respuesta”, “qué me falta por hacer”, “en donde estoy mal”, “no ocurre nada”, “Dios no habla”, o “Dios se está  demorando”. Es ahí precisamente donde Dios nos está diciendo no todavía, no está diciendo no. Recuerda, él es Dios y él sabe cuándo podemos recibir. Es aquí donde la paciencia juega un papel importante. Nuestro Padre puede contestar rápidamente a todas nuestras peticiones, pero qué pasaría con nosotros: seríamos como un niño egoísta, solucionándonos todo y trataríamos a Dios como una máquina expendedora donde jalas la palanca y pum, ya lo tengo. Tenemos que aprender algo importante, Dios tiene que trabajar en ti antes de darte lo que pides. Para Dios es más importante trabajar en tu formación, que en tu petición. Es ahí donde Dios te pule, donde a través de la aflicción comprendes cosas que de otro modo no entenderías. Es ahí donde Dios está más interesado en cambiarte a ti, a tu condición. La condición cambiará cuando aprendas lo que Dios quiere que aprendas para que puedas llegar a ser lo que él desea que seas.

Tengo el privilegio de convivir con una gran mujer que me ha enseñado sobre la paciencia y muchas otras virtudes. Cuando mi familia y yo nos cambiamos de casa, la hermana Ann amablemente trajo comida durante nuestro primer día de mudanza. Sin embargo, conocí a Ann en persona hace un año, durante la fiesta navideña de ELA. Ann participó en el coro del barrio que cantó para la reunión. Ese día, Ann se sentó a mi lado y platicamos en español. Me contó que había aprendido español durante su misión de tiempo completo en España. Poco tiempo después, Ann me visitó para decirme que deseaba venir todos los días a leer conmigo. Así no sólo comenzamos a leer " Don Quijote de la Mancha", sino comenzamos una gran amistad. Al principio Ann estaba asombrada de cómo mi hija podía entender mis gestos y nos comunicábamos. Gracias a su disposición y paciencia, Ann también aprendió a cómo ayudarme y comprender lo que expreso. Con el tiempo, tras convivir diariamente, Ann entiende muy bien mis expresiones. Además, en una ocasión en que mi yerno tuvo un contratiempo para darme de comer, llamé a Ann para alimentarme, amablemente vino y por vídeo llamada le indicaron cómo hacerlo. Recuerdo que al llegar mi yerno, este se sorprendió y se sintió muy agradecido, dijo que ella era Santa Ann. Es cierto, ella es una bendición para la familia. Desde hace muchos meses, Ann ha leído para mí. Además, me corta el pelo con mucha delicadeza y diariamente viene a mi hogar a darme masajes y ejercitar mis extremidades por una hora. Cuando empezó a darme los masajes, mi doctor mandó algunas sesiones de terapia física para mí. El terapeuta vino a mi casa y Ann estuvo presente para observar. El terapeuta exageró los ejercicios y estuve lastimada por varios días. Después de decirle al terapeuta que disminuyera la intensidad de los ejercicios, él siguió insistiendo en hacer los ejercicios con más intensidad. Afortunadamente, mi hija dijo que hiciera caso a lo que yo sentía y que fuera al ritmo que yo toleraba. Después de terminar las sesiones de terapia, Ann aplicó las enseñanzas del terapeuta adecuándose a mis fuerzas y aplicando masaje primero para relajar los músculos. Esto evita que me lastime. En ocasiones la acompañan sus hijas menores, quiénes alegran el ambiente con su entusiasmo y juegos. Ver cómo Dios prepara personas como Ann, que me ayudan en mi difícil prueba, reconforta mi fe, esperanza y todo mi ser. Estas personas son piezas claves para que yo continúe perseverante, sin desmayó hasta el final. Mi querida Ann trasmite paz, tranquilidad y confianza. Ella es una de las mayores bendiciones en mi vida.

Bien dice mi hija Daphne, el común denominador de los sobrevivientes de ELA es que no se dejan vencer, tienen gran fe. Daphne tiene razón. Para ganar esta batalla se requiere la ayuda divina sobre cualquier cosa. La oración agradecida, sincera, humilde y con fe es necesaria siempre. Sobre todo, en momentos cruciales nos permite soportar la espera de cosas que no podemos hacer o que creemos imposibles. A veces unos minutos parecen una eternidad cuando esperamos que alguien nos ayude. Sin embargo, les aseguro que Dios está siempre con nosotros para fortalecer a sus hijos en todo momento. Esperar con paciencia es el mayor desafío. He estado en situaciones donde mis hijas no escuchan mi voz para prestarme auxilio. Entonces, oro por fortaleza y ayuda. Al orar siento tranquilidad y seguridad de que el conflicto se arreglará. Siempre venzo la adversidad, ya sea porque alguien viene a ayudarme o porque mi cuerpo se adapta a los malestares. Me tranquiliza saber que Dios está siempre conmigo y que él sabe qué es lo mejor para mí en su plan perfecto. Tal como lo dijo Víctor, como paciente de ELA soy de los que están en la sala de espera. Sé que esta prueba está refinando mi alma y en el tiempo perfecto de mi creador esa batalla terminará. Se que tengo la mejor compañía fortaleciendo y ayudándome durante esta espera.

En esta época navideña, la paz y el amor nos rodean. Cuando somos pacientes emana paz de nuestras almas, por ende, sentimos amor por los demás. Ruego que la paz y el amor estén presentes siempre en sus hogares, siendo pacientes los unos con los otros. Les deseo una feliz Navidad y un próspero año nuevo. Muchas gracias a todos por sus contribuciones. sé que Dios les multiplicará y derramará abundantes bendiciones en sus vidas. Hasta pronto.