Cuarentena
A escasos cinco meses de iniciar el año 2020, el mundo se ha transformado a causa de la pandemia del COVID-19. Al principio no se prestó la debida atención, pero cuando la enfermedad se propagó rápidamente entonces se tornaron medidas. Sin embargo, para algunos lugares fue tarde. Para iniciar, porque los contagiados eran demasiados. Hoy en día, no hay viajes de placer, ni reuniones religiosas, artísticas, académicas, deportivas o sociales. Incluso están cerradas las fronteras de la mayoría de los países. Solo está abierto el comercio esencial.
El mundo se paraliza, el desempleo está en el peor momento de toda la historia contemporánea. Como en tiempos de guerra, la industria fabrica material médico para apoyar la creciente demanda que tiene el sector salud. Las familias deben permanecer en sus casas y salir solo a comprar para su alimentación, limpieza o actividades urgentes. Los estudiantes toman sus clases en línea, mediante clases virtuales. Las personas mayores y con enfermedades crónicas son las más vulnerables. No obstante, han fallecido jóvenes y aún niños. Hubo compras de pánico provocando la escasez de gel antibacterial, productos de limpieza y, principalmente, papel de baño. Este último provocó una histeria colectiva tal que la gente llevaba todo el que podía o eran capaces de agredir por adquirir algunos rollos. Las ciudades están desoladas y paralizadas. En Nueva York, el epicentro de la pandemia, miles han fallecido.
Ante este panorama, las palabras del profesor Bert Hellinger resultan ser ciertas. El psicoterapeuta y escritor alemán, es conocido mundialmente por la creación del método terapéutico "Constelación familiar". A continuación, les comparto algunas de sus palabras:
"La vida te decepciona para que dejes de vivir con ilusiones y veas la realidad.
La vida destruye todo lo superfluo hasta que quede solamente lo importante.
La vida no te deja en paz, para que dejes de culparte y aceptes todo como "es".
La vida va a retirar lo que tienes, hasta que dejes de quejarte y empieces a agradecer.
La vida envía personas conflictivas para curarte, para que dejes de mirar hacia fuera y empieces a reflejar lo que eres por dentro.
La vida te permite caer de nuevo y de nuevo, hasta que decidas aprender la lección.
La vida te quita del camino y te presenta encrucijadas, hasta que dejes de querer controlar todo y fluyas como un río.
La vida pone a tus enemigos en la carretera, hasta que dejes de "reaccionar".
La vida te asusta y te asustará cuantas veces sea necesario, hasta que pierdas el miedo y recuperes tu fe.
La vida te distancia de las personas que amas, hasta que entiendas que no somos ese cuerpo, sino el alma que contiene.
La vida se ríe de ti muchas y muchas veces, hasta que dejes de tomar todo tan en serio y puedas reírte de ti mismo.
La vida te rompe en tantas partes cuantas sean necesarias, para que la luz penetre en ti.
La vida te enfrenta a los rebeldes, hasta que dejes de tratar de controlar.
La vida repite el mismo mensaje, si es necesario con gritos y tapas, hasta que finalmente lo escuches.
La vida envía rayos y tormentas, para despertar.
La vida te humilla y a veces te derrota de nuevo y de nuevo hasta que decidas dejar que tu ego muera.
La vida te niega bienes y grandeza hasta que dejes de querer bienes y grandeza y comiences a servir.
La vida corta tus alas y poda tus raíces, hasta que no necesites alas ni raíces, sólo desaparezcas en las formas y tu ser vuele.
La vida te niega milagros, hasta que entiendas que todo es un milagro.
La vida acorta tu tiempo, para que te apures en aprender a vivir.
La vida te ridiculiza hasta que te hagas nada, nadie, para que entonces te convierta en todo.
La vida no te da lo que quieres, sino lo que necesitas para evolucionar.
La vida te lastima y te atormenta hasta que sueltes tus caprichos y berrinches y aprecies la respiración.
La vida te esconde tesoros hasta que aprendas a salir a la vida y buscarlos.
La vida te niega a Dios, hasta que lo veas en todos y en todo.
La vida te despierta, te poda, te rompe, te decepciona... pero créeme, eso es para que tu mejor yo se manifieste... hasta que sólo el amor permanezca en ti".
Bert Hellinger
La batalla contra está pandemia no ha terminado. No obstante, la autorreflexión y concientización en la humanidad ha sido notable. Como dice el Bert Hellinger, la vida nos está enseñando a valorar lo que es verdaderamente importante y estamos dejando lo superfluo. Cabe destacar que la cuarentena como tal no es el problema, sino el remedio ante la enfermedad. Haciendo una analogía con una fractura de un hueso, hagamos de cuenta que el yeso que nos ponemos es la cuarentena, el hueso roto representa la pandemia. Aunque el yeso provoque molestias no se debe quitar hasta que el hueso sane. De igual forma, la cuarentena no se retira hasta que sea más seguro salir. Aun así, no volveremos a la normalidad que teníamos, sino a una normalidad de distanciamiento social. Cuánto durará este distanciamiento, nadie lo sabe con certeza. Mientras el COVID-19 no sea erradicado, la amenaza de una recaída en la propagación del virus es posible, como ya ha sucedido en Asia.
La cuarentena no sólo nos está protegiendo de contraer y esparcir la enfermedad. Además, estamos teniendo un tiempo de autorreflexión y aprendizaje para cambiar el proceder de la sociedad. La gente ha dejado de vivir de prisa, los padres pueden pasar tiempo con sus hijos. El planeta está descansando de la contaminación generada por el hombre. De tal forma que el agua y el aire se han limpiado. Los animales retomaron algunos espacios perdidos. Los doctores, enfermeras, personal de limpieza, paramédicos y personal de la salud ha trabajado incansablemente tratando de salvar a sus pacientes. Asimismo, el personal de supermercados, conductores de vehículos de abasto y trabajadores del campo no han dejado de trabajar para que el alimento sea accesible para la sociedad. Muchos de estos servidores, ponen sus vidas en riesgo para mantenernos sanos. Policías y bomberos también están en peligro de contagio. Hay muchas personas que han dado muestras de servicio, compasión, solidaridad y amor por el prójimo. Como vemos hay cosas positivas de esta cuarentena.
Para los que padecemos ELA, la cuarentena no es tan diferente de nuestro día a día. Debido a nuestra condición, pocas veces salimos de casa. Asimismo, no hay tratamiento ni certeza de una cura. De tal forma que comprendo el sentir de muchos ante lo acontecido. Por lo tanto, deseo compartir algunas sugerencias para salir adelante:
Reconoce que los sentimientos de angustia son normales. Podemos hacer frente a la incertidumbre cuando reconocemos que nuestros sentimientos de temor y preocupación son válidos; cambiamos nuestro enfoque hacia el presente y las cosas que están dentro de nuestro control; y finalmente, ayudamos a los demás mientras encontramos paz espiritual.
Actúa sobre las cosas que puedes controlar. Podemos desconectarnos de los medios de comunicación y disminuir la información que consumimos. Es recomendable que nos mantengamos al tanto de lo que sucede en el mundo, pero recibir demasiada información puede aumentar nuestra ansiedad.
Cuídate y mantente activo siguiendo las regulaciones de la pandemia en tu área, ejercitándote en casa, reforzando tu sistema inmune, y tomando precauciones adicionales cuando necesites salir de casa por alimentos, medicina u otras cosas esenciales.
Cuando centramos nuestra atención en el presente, podemos tomar mayor control sobre las cosas que necesitamos hacer ahora y que pueden tener efectos positivos en nuestro futuro. Esto nos ayudará a disminuir el estrés, tener un mejor humor e incrementar nuestro optimismo.
Ayuda a los demás. Quizás un vecino anciano necesita que lo ayudes con sus compras de comida o medicina. Otras personas simplemente necesitan consuelo de manera virtual. Tu mayor contribución en esta crisis es quedarte en casa y evitar propagar el virus. Tengamos la actitud de aquellos que han vivido más que nosotros y todavía tienen fuerzas para decir, “Cada día es valioso, ¡es una bendición!”, “Me siento agradecido por tener un día más de vida”.
No dejes de soñar, no dejes de trabajar en tus sueños, no dejes de planear tu futuro. Encuentra un motivo cada día por el que luchar. Nuestro trabajo ahora es poder reflexionar al respecto y descubrir las lecciones que nuestro Padre Celestial quiere darnos. Confía en Él siempre, Él sabe por qué hace las cosas. “Esforzaos y cobrad ánimo; no temáis ni tengáis miedo de ellos, porque Jehová tu Dios es el que va contigo; no te dejará ni te desamparará”. (Deuteronomio 31: 6). Todo esto pasará y saldremos fortalecidos sin desfallecer. Dios está con nosotros. Tú puedes salir adelante.
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